En un lugar de las Villuercas de cuyo nombre no quiero acordarme, hay un proyecto que apuesta por la recuperación, conservación y puesta en valor de la biodiversidad de frutales de la Península Ibérica.
En Arbolé pensamos que una forma de valorizar el patrimonio que suponen los frutales locales es que se vuelvan a consumir y cultivar, por eso trabajamos por conservar variedades antiguas de frutales ibéricos. Lo hacemos desde la óptica genética, pero también para recuperar sabores y aromas genuinos, además de la sabiduría y el conocimiento tradicional ligadas a estas frutas y a su forma de cultivo.
Apostamos por estos frutales porque nos pueden ayudar a dar respuesta a los problemas ambientales, sociales y alimentarios a los que nos enfrentamos en la actualidad, como la crisis climática o la pérdida de biodiversidad y de soberanía alimentaria. Nuestros frutales encajan perfectamente en modelos agroecológicos porque son recursos más resilientes, mejor adaptados a las condiciones locales, más resistentes a plagas y enfermedades y, en definitiva, menos dependientes de insumos externos, por lo que dan mayor autonomía a la gente que lo produce y consume.
En Arbolé producimos más de 300 variedades de frutales antiguos y otras de interés agroecológico.
¿Para qué son adecuados nuestros frutales?
Para la fruticultura agroecológica son una excelente oportunidad de producir frutas con una calidad organoléptica diferenciada
En iniciativas de permacultura, para desarrollar bosques comestibles en sistemas de agroforestería.
Son una opción paisajística para potenciar el uso del frutal en espacios comunitarios de parques y jardines de pueblos y ciudades, que garantiza el disfrute sensorial.
Para huertos de autoconsumo.
Para cualquier coleccionista que quiera conservar este rico patrimonio.